jueves, 30 de julio de 2009

miski mayu

mi abuela
pisaba varios centímetros de tierra
de esa finita
puro polvo
cuando bailaba
en el monte santiagueño
inhóspito
cruel
escaso
con pocos animales
y muchas plantas pinchudas
y víboras
y vinchucas
casi nada lindo
o lo lindo era
que sea todo tan adverso
con chacareras
y palabras en quichua
y me acuerdo
de sus carcajadas
y de sus palabras guarras
y era cómplice
y nos las contaba
en secreto
y tomaba mate
en el patio
sobre el contrapiso
sin terminar
regando plantas
o sentada
con la mirada perdida
atenta a la radio
desde la silla
de lonetas entrecruzadas
y cantaba
y le gustaba mucho
escuchar música
de Santiago adentro
un vez se puso seria
y me dijo que para ella
sólo existían
dos libros:
La Biblia y el Martín Fierro

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