Entonces bajó la tensión del espíritu
y aunque pasé todo el día tratando de traducir
nuestra relación
fue inútil.
Mi inglés se arrastraba como Molloy.
Desde lo alto de la colina,
la ciudad de Iowa era una torta de cumpleaños
que alguien llevaba hacia la mesa
por un corredor oscuro.
en Oda de Fabián Casas
viernes, 31 de julio de 2009
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