jueves, 23 de abril de 2009

saudade

Hoy me quería acostar temprano, como ayer y antes de ayer y siempre suelo querer acostarme temprano, pero no puedo. El silencio de la casa, la soledad de niños durmiendo sin adulto acompañante me invita a acompañarme a mí misma por un rato. En ese rato paso el tiempo conmigo, como ahora que estoy haciendo esto. Por hoy creía que las líneas ya estaban completas, pero simpre queda un poco más. Siempre hay una lágrima más por derramar, un recuerdo por evocar, un sonrisa retroactiva que se ahoga en la angustia.

Se me apresenta un diálogo de Sex and the city. The movie: "Debe haber un límite de lágrimas por llorar por hombre y ya lo he alcanzado". Más o menos eso decía la protagonista. Nunca fui buena para los recuerdos textuales (fallo como el chapulín colorado con los refranes) pero sí tengo buena memoria de diálogos. Todavía estoy lejos de dejar descansar a mis lagrimales. Algo así, sobre la ruptura, la angustia, la decepción, decía Carrie B. Quien dentro de esta ficción hollywoodense, se recluía con amigas en un hotel mexicano, volvía a su apartamento de soltera, lo redecoraba (me lo recomendó mi psicóloga) y no veía ni tenía contacto con el sujeto por meses. No parecería tan difícil, pero estoy tan lejos de todo eso como de ser actriz de Hollywood. Unlucky me, no lo digo por lo de Hollywood.

Los objetos, las costumbres, las rutinas, los cuerpos por un rato parecen tan distintos, tan lejanos y de inmediato, nuevamente irrumpe mi magdalena proustiana. Y lamento mucho padecer esta tortuosa nostalgia y melancolía. Desearía ser fría como un cardiólogo, estar entrenada para el desprendimiento. Y que el tiempo, el espacio y la memoria no lleven por delante a cada paso, mis vanos intentos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario